¿Entre más arrugas, más sano el corazón?

Mantener una buena salud cardiovascular podría afectar a un proceso clave en el envejecimiento de las células, lo que permitiría a las personas genéticamente predispuestas a envejecer más rápido reducir su riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte, según sugiere una nueva investigación.

El estudio, publicado el miércoles en la revista Journal of the American Heart Association, confirmó los beneficios de seguir conductas cardiosaludables para todas las personas, pero mostró un beneficio aún mayor en la reducción del riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular, muerte relacionada con enfermedades cardiovasculares y muerte por todas las causas en adultos cuyos cuerpos mostraban signos de envejecimiento acelerado.

“Nuestro estudio demostró que las personas con un alto riesgo genético de envejecer más rápido pueden modificar el riesgo con el que nacieron”, afirmó el Dr. Jiantao Ma, autor principal del estudio y profesor adjunto de la Facultad Friedman de Ciencias y Políticas de la Nutrición de la Universidad Tufts de Boston.

El estudio investigó la relación entre un proceso químico conocido como metilación del ADN, que regula el modo en que los genes desempeñan la función que se les ha asignado, el envejecimiento biológico y los riesgos de salud y mortalidad cardiovasculares.

La salud cardiovascular se determinó utilizando el Life’s Essential 8, o LE8, de la American Heart Association, un conjunto de parámetros centrados en la dieta, la actividad física, la exposición a la nicotina, la duración del sueño, el índice de masa corporal y los niveles de glucosa, colesterol y presión arterial. Investigaciones anteriores han demostrado que mantener unos niveles óptimos de estos factores reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad, así como el riesgo de padecer otras enfermedades crónicas, incluso en personas con un alto riesgo genético de cardiopatía.

Los estudios anteriores

Estudios anteriores también han demostrado que tanto la genética como el estilo de vida pueden afectar a la metilación del ADN, un componente crítico del envejecimiento biológico o epigenético, es decir, una medida de la salud de las células, tejidos y órganos a medida que las personas envejecen, que no siempre coincide con su edad cronológica.

La metilación del ADN puede acelerar o ralentizar el proceso de envejecimiento activando o desactivando genes, explica el Dr. Donald Lloyd-jones, director del departamento de medicina preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago.

Las alteraciones de la metilación del ADN se han relacionado con factores de riesgo cardiovascular como la obesidad, la hiperglucemia, la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial, lo que sugiere que desempeñan un papel en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

EL PAPEL DE LA EDAD EPIGENÉTICA

En el nuevo estudio, los investigadores analizaron el papel que desempeñan las puntuaciones de la edad epigenética basadas en la metilación del ADN en la relación entre la LE8 y las enfermedades cardiovasculares, la mortalidad cardiovascular y la mortalidad por cualquier causa. Ma y sus colegas utilizaron entrevistas, exámenes físicos y pruebas de laboratorio para calcular la salud cardiovascular y la edad epigenética de 3 mil 693 personas de un subgrupo del Framingham Heart Study, un gran estudio multigeneracional que explora los factores comunes y los patrones familiares que contribuyen a las enfermedades cardiovasculares. Los participantes tenían una edad media de 56 años.

Tras un seguimiento medio de 11 a 14 años, las personas con puntuaciones LE8 más altas en una escala de 100 puntos tenían puntuaciones de edad epigenética más jóvenes, independientemente de la edad cronológica. A medida que aumentaba la puntuación LE8, disminuía el riesgo de desarrollar o morir de una enfermedad cardiovascular (definida como infarto de miocardio, ictus, cardiopatía coronaria o insuficiencia cardiaca) o de morir por cualquier causa. Por cada 13 puntos de aumento en la puntuación LE8, se reducía en un 35 por ciento el riesgo de enfermedad cardiovascular, en un 36 por ciento el de muerte por causas cardiovasculares y en un 29 por ciento el de muerte por cualquier causa.

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