Ciudad de México.- Peluquera de profesión, y muy buena para los negocios, Sharon Stevens (interpretada por Hilary Swank) vive desmotivada y en un acantilado emocional por su alcoholismo y la falta de apego familiar, hasta que un día la atrapa la historia de una niña de 5 años, llamada Michelle (Emily Mitchell), que necesita un trasplante de hígado.
Una de las cosas más difíciles para construir a Sharon fue el acento, porque, aunque parece exagerado, así habla, así es. Me parece muy linda la forma en que se expresa con el cuerpo y cómo se planta siempre, creíble y capaz
En el filme Ángeles Inesperados, que hoy se estrena en cines, la dos veces ganadora del Óscar es el personaje central de una trama, basada en hechos de la vida real, que conmovieron a un país por medio de relatos televisivos que llegaban desde Louisville, Kentucky, en 1994.
“Admiré profundamente el empeño que Sharon le pone a la causa, y, sobre todo, su motivación y enfoque para ayudar”, opinó la actriz, de 49 años, en entrevista virtual desde su casa, en Los Ángeles.
Sharon, muy extrovertida, deseosa de ayudar al prójimo y sin la menor pena para solicitar favores o ayuda, consigue 3 mil dólares por medio de un rally que organiza para Ed (Alan Ritchson), el padre de la pequeña, sin que éste se dé cuenta.
Tanto Ed como la abuela de la menor, Barbara (Nancy Travis), entran en shock por la inesperada contribución de la extravagante microempresaria. Progresivamente la van conociendo y la aceptan en su núcleo familiar, pues él es un viudo atribulado que acumuló un montón de deudas y no ha superado el duelo, además de que no le encuentra propósito al nuevo rumbo en su vida.
“Ella es persona, como lo somos todos, y ante la sociedad tiene un estigma que la hace verse de una manera y te muestra que todos somos susceptibles de cometer errores y que siempre habrá segundas oportunidades.
“Al ser alcohólica, hay quien la ve como una persona a quien juzgar, pero nadie somos nadie para juzgar. Y todo el amor que tiene, la preocupación, el deseo de servir, lo lleva a un hogar donde es aceptada, aun con cierto rechazo al principio”, dijo la estrella, ampliamente reconocida por sus trabajos en Los Chicos No Lloran y Golpes del Destino.
En efecto, Sharon no conoce obstáculos: cuando ve que Ed suma cuentas de miles de dólares por pagar para el tratamiento de Michelle, lejos de espantarse, se las ingenia para buscar patrocinadores, benefactores empresariales y directivos de buen corazón. Ante cada rechazo se va envalentonando; jamás se da por vencida.
Hay quien empieza a juzgarla por su pasado y por formar parte de Alcohólicos Anónimos. Hay quien la alienta a no dejarse amilanar por lo que solía suceder en su vida. Hay quien llega para echarle la mano por el simple hecho de que la comprende.
“Todos nos hemos equivocado, todos hemos fallado en algo y todos hemos sufrido por algo. No hay ser humano que no se haya equivocado, y creo que ella empieza a confiar en sí misma cuando encuentra la motivación”, destacó Swank en la conversación.
Más allá de solventar el financiamiento para ayudar a Michelle, Sharon cree que lo primordial será encontrar un hígado disponible para la niña, y cuando por fin ven un poco de luz, se les atraviesan más y más problemas: necesitan transportar a la paciente de forma especial, urge más dinero… Entonces, un fenómeno meteorológico como pocas veces se ha visto, azota al pueblo. Por si fuera poco, aflorará un secreto en la vida de Sharon con el que no puede lidiar.
¿DÓNDE ESTÁ EL AMOR?
En Ángeles Inesperados, historia de la vida real que impactó a Estados Unidos a mediados de los 90, lo predecible era que la relación entre los protagonistas prosperara con un romance, algo más allá de la amistad y la sensibilidad hacia la pequeña.
“Muchas de las personas que vean la historia sentirán que es el camino adecuado, convertirlos en pareja, y hubo quien lo planteó, para hacerlo más romántico, pero no era ni la idea ni la realidad.
“Lo que sucedió entre Ed y Sharon fue algo muy peculiar, una colaboración que continuó en amistad. Yo lo veo como un amor platónico, una forma de profesar amor en la que no hay romance de pareja, pero sí algo genuino entre dos personas conectadas”, comentó Swank.